Voluntariado en la comunidad Rhiannon en Malchingui
Hicimos trabajo voluntario entre el 15 y el 29 de julio de 2015 en una comunidad fundada hace 7 años por Helen y Nicky, una pareja británica. La Comunidad Rhiannon se encuentra a sólo una hora y media de Quito. Llegamos a vivir en un ambiente agradable vegetariano y ambientalista donde la mayoría de residuos se reutilizan para la plantación o la alimentación de los animales creando un ciclo vital equilibrado. Esta comunidad funciona con energía solar y la fuerza de voluntarios de todo el mundo, que muchas veces vienen por tan sólo unas semanas, pero terminan quedándose por varios meses. En Rhiannon, participamos en las tareas diarias regando y fertilizando los jardines, alimentando a los burros y gallinas, recogiendo las heces de animales y la orina humana para hacer abonos: compost y bokashi, moviendo el compost y el bokashi, trabajando en proyectos de construcción con super adobe, horneando pan para la venta en el mercado campesino de los Domingos, y cocinando el desayuno, almuerzo o la cena, dependiendo del horario.
Nos sentimos muy impresionados con el cronograma de actividades asignadas a cada miembro de la comunidad codificadas con colores, un calendario hecho a base de corcho, pines de colores con los nombres de los voluntarios y sus tareas para el día. Hubo muchas cosas que nos gustaron de esta comunidad: los baños de compost con una división para recoger la orina y las heces por separado; el sistema de calentador solar que nos permitió tener duchas calientes cuando salía el sol; una vista espectacular de 360 grados de montañas y volcanes que rodean la propiedad; y la casa de adobe y yurta estilo mongol donde pasamos noches agradables con el sonido de la lluvia como fondo.
El tiempo de trabajo en Rhiannon estaba bien estructurado y los cambios eran marcados por el sonido de una campana. Cada persona trabaja cinco días consecutivos y luego tiene dos días de descanso. La primera campana suena a las 7 am para anunciar que el desayuno está servido y animan a todos a salir de la cama para dar inicio a un día de trabajo. A las 7:50 am suena la campana de nuevo para reunir a todos los voluntarios y miembros permanentes de la comunidad en la cocina para asignar las tareas del día. A las 11 am, la campana anuncia un descanso de 30 minutos. A las 11:30 de la mañana, la campana da la bienvenida a miembros de la comunidad para retornar a sus labores. A las 2 pm, la campana marca el final de la jornada de trabajo. Para los voluntarios asignados a preparar el desayuno, el día comienza a eso de las 6 am, para aquellos asignados a hacer el almuerzo, deben empezar a cocinar al mediodía y tener el almuerzo listo alrededor de las 2:30 pm. Para los voluntarios asignados a preparar la cena, se espera que comiencen a cocinar las 5 pm y que tengan la cena lista alrededor de las 7 pm.
Cada día uno de los miembros de la comunidad se encarga de encender el fuego en la cocina y la sala de estar, y mantenerlo en vivo, mientras se están preparando el almuerzo y la cena. A todos los voluntarios se les pide contribuir con una donación mínima mensual de $ 35 USD o más para permanecer en la comunidad. Los voluntarios deben comprometerse a una estancia mínima de 15 días. Hay muchas cosas que sobresalen en la memoria de nuestros días en esta comunidad.
Nos encantó recoger y comer uvillas silvestres (pequeña fruta de color amarillo, con forma de tomatillo que crece dentro de un capullo de flor) y aprendimos una deliciosa receta para hacer chili con ellos, la cual esperamos replicar un día. Cocinar y comer platos veganos o vegetarianos durante toda nuestra estancia, confirmo una vez más lo sabroso y fácil que puede ser el suprimir la carne y los productos animales de nuestra dieta. Esto ha sido una lección reiterante durante nuestro viaje por el mundo que esperamos poner en práctica una vez nos reinstalamos en una rutina diaria
En la comunidad nos divertimos jugando y comiendo chifles (chips de plátano) con guacamole con Luna y Satya, dos niñas de 3 años de edad que viven y crecen en la comunidad. Gisela disfrutó mucho cocinando y horneando, sobre todo cuando se le pidió que ayudar a Kelly para hacer rollos de canela, panes dulces y salados para vender en el mercado campesino los Domingo. Con el dinero recaudado de esta venta, se compran las frutas y verduras para la alimentación semanal de la comunidad.
Sal tenía gran interés en los proyectos de bio-construcción. Estaba ansioso por aprender las técnicas que se utilizan para construir con super adobe, así como por poder ayudar con su conocimiento y experiencia como ingeniero estructural. Los dos ayudamos a hacer adobe y revestimiento de paredes, mezclando la tierra, llenando bolsas grandes y construyendo muros. Fue agradable poder ser parte finalmente de un proyecto de bio-construcción en proceso y admirar las estructuras ya terminadas en la propiedad.
Nos encantó el toque artístico y los diseños de los refugios en adobe existentes en Rhiannon. En nuestros tiempos libres, Sal se divertía jugando torneos de backgammon con Simón de Polonia, y Simón y Julio de Francia. Gisela disfrutaba charlando y riendo con Anabel y Belén de Argentina, y devoró libros sin parar, terminando cerca de 3 novelas durante nuestra estancia. Después de la cena, ambos disfrutamos hablando y riendo con otros voluntarios. Todos los días por la noche la vista brillante de Quito, tan cerca y tan lejos, nos recordaba que estábamos viviendo en un lugar donde un mundo diferente es posible.
Mientras estuvimos en la comunidad conocimos y convivimos con personas de diferentes países, con quienes la experiencia de trabajar en equipo era a la vez gratificante y desafiante. En algún momento durante nuestros días allí, llegamos a ser 24 adultos en la propiedad. Viviendo y compartiendo el mismo espacio y responsabilidades, todos con nuestras propias personalidades, deseos, valores, prioridades y necesidades, lo cual puede ser, por supuesto, difícil. Pero fue también una manera privilegiada para estar por fuera de nuestra zona de comodidad y en una situación en la que debíamos ser más flexibles y comprensivos. Sentimos que crecimos al reconocer nuestros propios desafíos para aceptar caracteres y comportamientos de otras personas. Nos hicimos más conscientes de nuestra forma de ser, nuestra preferencia para hacer las cosas bien, de ser productivos y comprometido. Al no ver el mismo estilo de trabajo en otros miembros nos frustrábamos a veces, y sólo fue hasta que aceptamos que nuestra forma de hacer las cosas no era la única, que pudimos llegar a ser más tolerante y sentirnos menos frustrados. Terminamos pasando un tiempo maravilloso con otros voluntarios de Argentina, Bolivia, Ecuador, Polonia, Francia, Reino Unido, Estonia, Estados Unidos y Canadá. Por desgracia, al final, nuestra estancia fue acortada por un conflicto inevitable del cual no nos arrepentimos. Aunque nos las arreglamos para ser más flexible y aceptar nuestras diferencias con otros adultos y su estilo de trabajo, no podíamos tolerar o pasar por alto el bienestar de un niño. Gisela fue testigo de cómo una adulta le gritó dos veces a Luna, sin razón, mientras la madre de Luna no estaba presente y ella decidió decírselo a la madre. La adulta se enojó con Gisela por haber revelado lo ocurrido a la madre de Luna y sin reconocer que el haberle gritado a una niña de 3 años era equivocado, la adulta nos pidió que nos fuéramos de la casa. Estuvo claro en ese momento que cuando las cosas se reducen a poder, Rhiannon ya no era una comunidad. Nos fuimos con la cabeza en alto y nuestra conciencia limpia, sabiendo que Gisela había actuado por preservar el bienestar de la niña y en concordancia con lo que es ético. Incluso aun a sabiendas que al proteger el bienestar de un niño nos expulsaron de Rhiannon o de cualquier otra comunidad en la tierra, volveríamos a hacerlo de nuevo sin dudarlo. Un mes después de haber sido echados, Gisela recibió un correo electrónico de la adulta que nos pidió que nos fuéramos, disculpándose, reconociendo sus errores y pidiéndonos que recordemos a Rhiannon por las buenas experiencias que tuvimos. Fue para nosotros. una agradable sorpresa y cierre.
Sin importar el sabor amargo dejado por la forma en que nuestra experiencia de voluntariado terminó a Rhiannon, seguiremos centrándonos en los recuerdos positivos que atesoramos durante nuestros días allí y los buenos amigos que hicimos. Nos sentimos inspirados por la existencia de un lugar donde seres humanos de todo el mundo pueden reunirse para trabajar y crecer juntos, y tratar de vivir en armonía con el medio ambiente a pesar de nuestras diferencias.