“El trabajo te hace libre”
Visitamos el Campo de Concentración de Auschwitz en Polonia el 12 de agosto de 2014. La proporción de este sitio y las evidencias de lo aquí ocurrió incrementaron todo lo que ya habíamos aprendido y leído en otros museos sobre la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Visitar este testimonio del horror humano debería ser obligatorio para todos, pues sólo puede tenerse una dimensión de la perversión y los crímenes cometidos cuando se ve con sus propios ojos el tamaño enorme del lugar en el que miles de personas perdieron su derecho a vivir. Al ver los medios usados se puede finalmente comprender que el término “exterminio masivo” es literal y no una exageración. Los métodos y la infraestructura de este centro de asesinato confirman las mentes antisociales que pre-calcularon y ejecutaron el genocidio.
El 1 de septiembre de 1939, Polonia fue invadida por Alemania, marcando el inicio de la Segunda Guerra Mundial. El 14 de junio de 1941, Auschwitz fue construido para mantener a los hombres polacos que los nazis consideraban peligrosos para su régimen, incluyendo maestros, músicos, artistas, etc.
Muchos otros polacos fueron deportados a campos de concentración sólo porque vivían en zonas en las que los alemanes querían tomar el control. Los llamaron “presos políticos”. El 20 de enero de 1942 en Berlín se tomó la decisión de comenzar el exterminio masivo y organizar los campos de exterminio. Seis campos de exterminio nazis fueron construidos en Polonia.
Cuando los prisioneros llegaban a Auschiwtz eran recibidos por un cartel que decía: “El trabajo te hace libre”. Los judíos transportados a Auschwitz eran traídos bajo la creencia de que iban a ser reubicados, por ello muchos llevaban maletas con sus objetos de valor. Fueron encerrados en pequeños vagones de tren por un largo tiempo sin la posibilidad de salir.
Se ha estimado que el 25% de ellos murieron en su camino a Auschiwtz. Alrededor del 75% de todos los judíos transportados a Auschwitz fueron enviados directamente a las cámaras de gas y crematorios a su llegada. Niños, mujeres, ancianos, personas con discapacidades y cualquier persona no apta para el trabajo eran exterminados. Los crematorios fueron diseñados para quemar los cuerpos y facilitar el exterminio masivo. Los prisioneros de Auschwitz eran obligados a trabajar para los nazis, recolectando los objetos de valor de los judíos, quitándoles hasta los dientes de oro, antes de colocarlos en el crematorio. Los prisioneros eran obligados a hacer trabajos forzosos sin comer suficiente y no vivían mucho tiempo. Los nazis llevaron a cabo experimentos médicos con prisioneros y muchos de ellos murieron a causa de estos horribles tratamientos.
Se estima que el número de víctimas en Auschwitz es el siguiente: 1.100.000 judíos, entre 140.000 y 150.000 polacos, 23.000 Romaníes “gitanos”, 15.000 prisioneros de guerra soviéticos y 25.000 prisioneros de otros grupos étnicos. Sólo 144 personas escaparon con éxito de Auschwitz y otros 600 murieron en el intento. En total, se estima que entre 5,6 y 6 millones de judíos perecieron en Europa bajo la ocupación nazi. Todas estas cifras son una aproximación, porque los alemanes destruyeron muchos de sus registros. Sólo el 10% de los oficiales nazis que trabajaban en Auschwitz fueron capturados, juzgados y condenados a muerte por sus crímenes.
No fue sólo el elevado número de víctimas que nos desgarro por dentro, sino también los edificios fríos del campo, la línea de tren construida específicamente para llevar a los presos directamente a los campos de exterminio, las humillantes condiciones en las que vivían miles antes de morir, las montañas de cabello, zapatos y gafas dejados por las víctimas silenciadas, y las imágenes de tantos prisioneros flacos que cuelgan en las paredes con las fechas en que entraron y perecieron en el campamento escritas debajo de sus perfiles, los cuales muestran lo poco que lograban durar con vida dentro de este campamento. Siete toneladas de cabello humano fueron encontradas en Auschwitz cuando Polonia fue liberada. Los nazis usaban el cabello de sus víctimas para la fabricación de cuerdas, alfombras y otros materiales, y las cenizas humanas eran utilizadas para abonar la tierra.
Al final lo que es claro y devastador es el hecho de que los seres humanos tienen el potencial de tratar, destruir y matar a otros sin remordimiento y sentido; que las mismas mentes que crean soluciones y maravillas también son capaces de cometer tortura e injusticia. No podíamos cerrar los ojos sin pensar en todos los lugares del mundo donde horrores como este están ocurriendo. No es difícil imaginar que en este mismo instante en otros lugares, seres humanos siguen muriendo para complacer los planes egoístas de otros. Estos pensamientos aun nos persiguen y no logramos dejar de cuestionarnos al respecto. No tiene que aparecer en las noticias para que sea real, no necesitamos ser testigos para estar seguros de que estos horrores están ocurriendo, pero cuando salgan a la luz, ya será de nuevo demasiado tarde…