Japón

¡No más Hiroshimas!

Durante nuestros días en Hiroshima visitamos la Cúpula de la Bomba Atómica, el Parque Conmemorativo por la Paz, el Salón Nacional Conmemorativo por la Paz en Hiroshima y el Museo Conmemorativo por la Paz. Todos estos lugares son testimonios vivos del ataque atómico, incluyendo las ruinas de un edificio que se encontraba cerca del hipocentro, muchos monumentos, testimonios de sobrevivientes, evidencia gráfica de los terribles efectos de la radiación en niños y adultos y múltiples esfuerzos de las nuevas generaciones para conmemorar esta tragedia abogar por la paz mundial. Tras ser testigo de las atrocidades de la humanidad y los horrores de la guerra, nos sentimos inspirados a escribir sobre lo que hemos aprendido con el fin de que el pasado jamás vuelva a repetirse.

Llama de la paz
Cúpula de la Bomba Atómica

El 6 de agosto de 1945, el primer ataque atómico contra la humanidad tuvo lugar en Hiroshima, Japón. Este ataque se llevó a cabo por el ejército de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. En el instante de la detonación, la bomba genero un calor tremendo y una gran onda expansiva. El calor de la bola de fuego, elevo las temperaturas en el hipocentro de 3.000 a 4.000 grados centígrados, encendiendo fuego en toda la ciudad. Alrededor de dos kilómetros del hipocentro, la mayoría de los edificios fueron totalmente derrumbado y quemado. La bomba cobró las vidas de 140.000 personas y muchos otros que sobrevivieron para sufrir terribles enfermedades que no se desarrollaron hasta después de los años.

Hiroshima antes y después del ataque

El daño causado por la bomba atómica en los cuerpos humanos no mejora con el paso del tiempo. Este es el horror peculiar de la radiación. Las investigaciones japonesas sobre las enfermedades causadas por la bomba atómica fueron en gran medida restringidas durante la ocupación y solo empezaron a desarrollarse luego de la independencia de Japón. Muchas preguntas siguen existiendo hoy en día sobre los efectos a largo plazo de la radiación de la bomba atómica en el cuerpo humano. La radiación penetra los cuerpos humanos y daña sus células, causando efectos graves para la salud que no se manifiestan inmediatamente después de la exposición. Los síntomas pueden aparecer muchos años más tarde. En Hiroshima, muchos niños expuestos a la radiación mientras estaban en el vientre de sus madres, han nacido con lo que se ha conocido como “a-bomba microcefalia”, sufriendo retardo mental y otras discapacidades físicas. La leucemia también se convirtió en una enfermedad recurrente, cobrando la vida de muchos niños expuestos a la radiación en Hiroshima. Debido a que la radiación afecta la información genética de las células que están creciendo, es extremadamente perjudicial para los niños pues ellos están en la fase más alta de desarrollo.

El ejército de los EE.UU. repitió la bomba atómica en Nagasaki tres días después de la tragedia de Hiroshima. Ambas ciudades se han convertido en ejemplos de la resiliencia humana y una confirmación por la paz mundial. Educar y generar concienciación sobre los horrores de la guerra y las armas nucleares siguen siendo el compromiso de muchos sobrevivientes y sus descendientes. ¡Miles de personas de diferentes países se reúnen en torno a los tristes recuerdos y testimonios de estos pueblos para aprender sobre el mayor desastre humano del siglo XX, con la esperanza de que la maldad jamás se repita!

Lamentablemente países como los Estados Unidos, Rusia, el Reino Unido, Francia, la China, Israel, la India, Pakistán, Irán y Corea del Norte no han aprendido la lección. Incluso después de estas terribles tragedias, estas naciones han llevado a cabo pruebas nucleares y han declarado públicamente o se sospecha que tienen armas nucleares. Aunque en Julio de 1991, los Estados Unidos y la Unión Soviética firmaron un acuerdo para reducir sus armas nucleares, el riesgo de crear y poseer este tipo de bombas de destrucción masiva sigue siendo inminente para la humanidad y todos los seres vivos de la tierra. Mientras existan las armas nucleares, nos enfrentaremos a la terrible posibilidad de una guerra nuclear. Por otra parte, el funcionamiento continuo de plantas de energía nuclear en países como Japón sigue siendo un problema grave para nuestra seguridad.

68 años después de la bomba atómica en Hiroshima, estamos recordando y reflexionando sobre los horrores de la guerra. Nos seguimos preguntando si algún día la humanidad podrá vivir en paz. ¡El mal no debe repetirse! La ciencia, la investigación y el conocimiento deben ser utilizados con el fin de preservar el medio ambiente y el bienestar de todas las especies que viven en la tierra. La existencia de armas nucleares, plantas de energía nuclear y la radiación nos siguen exponiendo a un peligro inminente. La sensibilización es una forma de no renunciar al sueño de alcanzar un mundo en el que toda nuestras singularidades, fronteras y diferencias puedan ser respetadas. ¡No más Hiroshimas y Nagasakis!

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