WWOOFing en Yoshii
Desde el 9 de agosto de 2013 hasta el 20 de agosto de 2013 estuvimos haciendo WWOOFing en el pueblo de Yoshii, en la ciudad de Ukiha, en la región de Fukuoka, Japón. La familia Adachi nos hospedó en sus “Campos de Amor”, una finca en donde crecen caquis y arándanos actualmente, pero donde se han cultivado muchísimas otras frutas y verduras a través de los años.
Desde abril de 2013, la finca ha estado recibiendo WWOOFers de todo el mundo en su Centro de la Amistad Internacional Ukiha, un edificio acogedor junto a la casa de la familia. Durante nuestros días en esta granja fuimos tratados como cualquier otro miembro de la familia y disfrutamos de la vida diaria. Tenemos un sinnúmero de recuerdos de nuestras interacciones con Obaachan (la abuelita), Yoshi (el hijo), Mariko (la nuera) y dos de sus hijas y nietos que estuvieron de visita durante los días especiales de las festividades del O-bon. También nos hicimos amigos con Yuhei, Sarah, Stacey, Svenjia y Denise, WWOOFers de Japón, Inglaterra, Hong Kong y Alemania, respectivamente.
La finca ha sido el proyecto de Obaachan y esposo. Ambos transmitieron sus conocimientos y su pasión por la agricultura a su hijo y jugador de tenis, Yoshi Adachi. Aunque el abuelo falleció hace 4 años, la tierra sigue siendo cuidada por Yoshi- san, Obaachan y WWOOFers de todo el mundo. En el momento de nuestra visita, Obaachan tenía 84 años y estaba llena de energía. Ella se encarga de la casa y la cocina, cuidando constantemente a todos en la familia. Esta mujer increíble, que dedicó su vida a la agricultura, fundo una empresa de fabricación de jabones hace 20 años, que ha continuado funcionamiento sin parar hasta el día de hoy, ha sido también líder en una sociedad agrícola de mujeres en Japón y ha escrito y publicado dos libros sobre sus experiencias de vida desde la infancia.
La empresa de jabón de Obaachan “Buku Buku” (burbuja burbuja) produce jabones mediante la reutilización de aceite de cocina usado. La compañía fue fundada por Obaachan y otras tres mujeres después de haber obtenido un préstamo del gobierno japonés. Esta empresa ecológica está certificada por la Organización para la Agricultura de Japón y sus productos tiene gran demanda. Aunque Obaachan y sus amigas ya no están trabajando directamente en la compañía de jabones, la producción no ha parado desde su inauguración. Estar cerca de Obaachan es toda una fuente de inspiración y aspiramos a tener aunque sea la mitad de su energía el día que lleguemos a tener su edad. Ella ha hecho tanto en su vida y todo lo que ha tocado parece florecer. Ella asume la vida con una gran fuerza sutil.
La barrera del idioma entre nosotros no nos permitió comprender el 99% de sus palabras, pero la felicidad de su risa, la calidez y la dulzura de sus acciones y sus abrazos, fueron siempre mensajes muy claros. Sentimos el amor y el aprecio de Obaachan constantemente. Ella siempre estaba allí para abrazarnos por la más mínima ayuda que ofrecíamos en la granja y en la casa. Ella se mostraba genuinamente emocionada al poder conocer nuestra historia y celebrar nuestra luna de miel viajando por el mundo, haciéndonos sentir a todo momento como parte de su familia. Ayudar a Obaachan en la cocina era muy divertido, después de la cosecha de arándanos nos enseñó su receta de mermelada y se aseguró de que tendríamos alguna para llevar con nosotros. También nos mostró cómo hacer diferentes platillos japoneses, sirviéndolos deliciosas comidas todos los días.
Nuestra experiencia WWOOFing en el pueblo de Yoshii fue un verdadero intercambio cultural. Nuestra presencia allí no era sólo en relación con los trabajos agrícolas. Fuimos totalmente adoptado en la familia para disfrutar y ayudar como cualquier otro miembro. Nuestra visita coincidió con las festividades del O-bon, una fiesta tradicional muy importante en Japón. Durante estos días, los miembros de la familia regresan a sus lugares de origen para estar con sus parientes recordando y honrando a los que ya han fallecido.
La presencia de las nietas y bisnietos llenó la casa con risas y juegos de felicidad para todos. Fuimos invitados a disfrutar con la familia para un asado y un paseo a un parque acuático entre las montañas. En diferentes ocasiones, Yoshi -san nos llevó a fuera de la finca, para que disfrutáramos de otros lugares en la zona. En diferentes días nos invitó a un centro comercial, a almorzar e incluso manejo por cuatro horas para que pudiéramos visitar el Parque Geológico de Aso y sus volcanes activos. Como parte de este intercambio cultural, nos invitaron a cocinar y compartir con la familia un poco de nuestra cocina latinoamericana.
Estuvimos en la granja durante la temporada de la cosecha de arándanos, que es cada año, entre los meses de junio a septiembre. La mayor parte de nuestro trabajo en el campo estaba relacionada con la recolección, selección y empaque de esta fruta para completar entregas diarias a los supermercados y otros compradores ocasionales. Nuestros días empezaban alrededor de las 8 am, cuando todos nos reunimos para disfrutar los desayunos preparados por Obaachan. Por lo general, después de eso, nos dirigiremos hacia los sembrados para cosechar los arándanos. Ahí nos cautivaban los colores y tamaños de las diferentes variedades de árboles de arándanos.
Los árboles tenían cinco o seis años edad, repletos de perlas azules jugosas y deliciosas colgando de sus ramas. Cosechar arándanos es una tarea fácil y sabrosa. Tuvimos la suerte de disfrutar comiéndonos muchos de ellos, probablemente más de lo que hemos comido en nuestras vidas. Después de una hora o una hora y media de cosechar bajo el sol, Yoshi -san, a veces acompañado por Obaachan, nos revivían con un helado refrescante. Luego seguíamos con el trabajo de selección y empaque de los arándanos por tamaño y peso, un esfuerzo de equipo que nos tomaba entre tres y tres horas y media. Por lo general, trabajamos un total de cinco horas al día, pero durante las festividades del O-bon, como los mercados estaban cerrados no podíamos cosechar, en lugar de eso, ayudábamos con el mantenimiento del mini campo de golf que Yoshi-san y la familia tienen para practicar.
La cena era un momento especial para interactuar con todo el mundo. Yoshi-san siempre nos animaba a socializar con una bebida y muchas carcajadas. Gracias a la ayuda de otros WWOOFers que hablaban japonés y su amabilidad para servirnos como traductores, pudimos comunicarnos con la familia y aprender más sobre sus historias. Yoshi-san y Mariko-san jugaron tenis durante años y ganaron muchas competencias individuales y como dúo. Yoshi-san es un jugador de tenis profesional y trabajó como entrenador por mucho tiempo. Su pasión por el deporte conto con el apoyo de sus padres, quienes también disfrutaron del juego. La casa está llena de trofeos y fotos memorables de sus momentos deportivos.
Nos sentimos muy afortunados de haber pasado 11 días con la familia Adachi en sus “Campos de Amor”. Durante la última noche, Obaachan vistió a Gisela con un Ukata, traje tradicional japones. Este gesto fue el último regalo que Obaachan tuvo con nosotros y una confirmación simbólica del intercambio cultural experimentamos. Cuando llegó la hora de marcharnos, nos sentimos embarcados por la tristeza de tener que decir adiós sin saber cuándo podremos reencontrarnos. Lágrimas de nostalgia marcaron nuestro camino mientras nos alejábamos de nuestra familia japonesa. El deseo de volver está muy fuerte y vivo en nosotros. Un sentimiento que llevamos dentro, de querer volver a todos esos lugares donde hemos sido verdaderamente amados y acogidos.