Buscando gorilas, ¡una experiencia única en la vida!
Uganda es un destino excepcional para la observación de primates, pues es hogar a la mitad de los gorilas de montaña sobrevivientes en el mundo, una gran población de chimpancés y una deslumbrante variedad de micos pequeños. El Parque Nacional Impenetrable de Bwindi es conocido como uno de los hábitats más antiguos de África, ya que logro prosperas durante la última Edad de Hielo, hace 12.000 a 18.000 años, cuando la mayor parte de los bosques del continente desaparecieron. El terreno de este bosque impenetrable es montañoso y es el hogar a unos 360 gorilas. De las 28 familias de gorilas que viven en el parque, 9 han sido habituadas a la presencia de los seres humanos. El proceso de habituación puede tomar un total de 2 a 3 años. Luego de que una familia de gorilas es identificada, un grupo de cuatro guardaparques empiezan a visitarla durante un corto período de tiempo diariamente. En la primera semana, los gorilas son muy agresivos y los atacan. Los guardabosques que visitan a los gorilas tienen que ser exactamente los mismos durante los primeros seis meses y el contacto debe ocurrir a la misma hora todos los días. Después de este período, los guardabosques pueden ser diferentes y permanecer por un par de horas más. Los guardabosques también imitan los sonidos de los gorilas y golpean su pecho como ellos lo hacen.
Llegamos a Uganda con la esperanza de tener un contacto cercano con los gorilas de montaña. La única fuerza en contra de nuestro sueño era el alto costo de los permisos diarios emitidos por la Autoridad de Vida Silvestre de Uganda para los caminantes en busca de gorilas. Corrimos con suerte y encontramos un operador turístico confiable que logró encontrar dos permisos cancelados a última hora a un precio considerablemente inferior para nosotros. En pocos minutos, nos animamos y decidimos aprovechar esta increíble oportunidad. Era una oportunidad única en la vida, todo lo que habíamos deseado y la confirmación de que el sol continúa brillando en nuestro camino.
El 4 de marzo de 2014 nos despertamos a las 3:30 am para estar en carretera a las 4 am viajando desde Kabale hasta el Parque Nacional Impenetrable de Bwindi. Llegamos a la aldea de Buhoma y entramos al parque a las 7:40 am, desayunamos, pagamos los permisos, nos inscribimos, asistimos la charla informativa y comenzamos a caminar a las 9 am. Nos hicimos miembros de un grupo de ocho visitantes en busca de la familia de gorilas Rushegura, acompañados por un guardaparques, dos hombres armados escoltando la parte delantera y trasera de la línea de senderismo y dos cargadores que llevaban el equipaje de algunos de los turistas. Dos rastreadores habían entrado en el parque a las 7:30 am, antes que nosotros, para encontrar la ubicación de los gorilas. Comenzaron en el mismo lugar donde la familia Rushegura había sido vista el día anterior y siguieron su rastro. Nuestra guardabosques estaba en comunicación constante por radio con los rastreadores que iban adelante de nosotros y utilizaba un machete para abrir camino.
El bosque impenetrable desplegó su belleza en cada paso a lo largo del camino: los sonidos de un río virgen corriendo bajo un puente nos dieron la bienvenida, un bosque de helechos y musgo nos hizo sentir en paz dándonos el mayor deseo de quedarnos, la luz verde filtrándose entre las densas capas de la selva eran mágicas. Nuestros pies se quedaron atrapados un par de veces entre las ramas fuertes, como una invitación de la naturaleza a quedarnos para siempre.
Caminamos por colinas, atravesando la densa selva durante tres horas, buscando a los gorilas hasta finalmente encontrarlos. El sendero difícil y extenuante aumenta nuestro aprecio y perspectiva de esta experiencia: ¡estábamos literalmente entrando en su mundo y el contacto sólo podría suceder dentro de sus términos! En el momento en que llegamos a ellos, la familia Rushegura, compuesta por 15 gorilas, estaba en su hora de almuerzo. Los encontramos en sobre árboles muy altos, disfrutando de algunas frutas en temporada. Esperamos pacientemente y cuando vimos que empezaban a bajar la idea de poder estar cara a cara con ellos fue muy emocionante. Cuando la primera gorila bajó del árbol, estábamos a solo 3 metros (10 pies) de distancia de ella. Nuestra felicidad se mezcló con la incertidumbre, no sabíamos lo que iba a pasar y un miedo indudable nos empujó a alejarnos. ¡Ella nos miró directamente, nuestros ojos se encontraron! ¡La alegría del contacto era inmensa! Nos quedamos allí mirándola mientras se sentó en el suelo recostando su espalda en un árbol, completamente relajada, comiendo algunas hojas sabrosas. Nos quedamos impresionados con su tranquilidad, ¡finalmente estábamos juntos! Poco a poco, los demás miembros de la familia Rushegura se unieron a nosotros. Fuimos cautivados por su presencia, sentados a menos de un metro (3 pies) de distancia de ellos, el tiempo voló. Uno de los momentos más bellos tuvo lugar cuando una hembra gorila y su bebé bajaron de un árbol. El pequeño bebé siguiendo el ejemplo de su madre, se agarró del tronco del árbol mientras se deslizaba. La proporción entre sus brazos pequeños y el grosor del tronco hizo la escena simplemente inolvidable. La espalda plateada, el macho más viejo en la familia Rushegura, también hizo su aparición, su tamaño y sonidos dejaron en claro, él es el líder del clan.
La Autoridad de Vida Silvestre de Uganda permite a los visitantes una estadía de sólo una hora con los gorilas. Nuestro guardabosques permitió que nos quedáramos una hora y media, incluyendo el tiempo que los gorilas habían estado comiendo arriba de los árboles. Cuando el tiempo había terminado, nos pidió que nos alejáramos. Nos costó aceptar que nuestro sueño había llegado a su fin. Nuestra percepción del tiempo había sido contaminada de manera significativa por la emoción. Con aprecio, nostalgia e incluso algunas lágrimas escondidas nos despedimos de los gorilas. En el camino de regreso, la ternura de sus ojos, sus manos y su comportamiento estaban frescos en nuestras mentes. Tuvimos la suerte de entrar en su bosque impenetrable para encontrarlos y nos alegramos de haber contribuido, aunque sea a pequeña escala, en la preservación de su especie. Aunque los gorilas de montaña no pueden hablar o escribir como los seres humanos y los expertos digan que nosotros, los humanos, no estamos en la misma “línea de evolución” con ellos, ellos han sido capaces de vivir en armonía con su entorno mucho más que nosotros. Y mientras éramos desterrados su paraíso, dejando atrás los sonidos pacíficos de la selva tropical, nos dimos cuenta una vez más lo mucho que tenemos que aprender de otras criaturas en este mundo. La sabiduría e inteligencia de la naturaleza es indescriptible. Nosotros, los homo sapiens, aún tenemos un largo camino por recorrer…
Gorila de montaña bajando
Gorilas de montaña