Etiopía única
Nuestros días en Etiopía estuvieron llenos de experiencias únicas que dejaron una huella inolvidable en nuestras mentes. Desde todos los ángulos de vista, descubrimos un país con una manera particular de vivir y una comunidad orgullosa dedicada a que su cultura prevalezca. ¡Desde su culinaria, lengua, danzas tradicionales, música, religión antigua, calendario y sistema horario Etiopía es única!
La comida de Etiopía es exquisita y una de nuestras favoritas en el mundo. Encontramos cafés en cada esquina y nos convertimos en admiradores de sus jugos sabrosos y espesos de mango, aguacate, guayaba, papaya y piña siempre acompañados con un pedacito de limón refrescante para exprimirle. El mejor café lo encontramos en Gonder, donde sirven todos estos jugos de frutas en un solo vaso, cada uno encima del otro como un hermoso arco iris. La presentación y los sabores de este jugo multi-fruta es simplemente adictivo, hemos perdido la cuenta de cuántos nos tomamos.
Estuvimos en el país durante los días de ayuno de la Pascua y nos fascino comer bayenat con las manos. Bayenet es un plato de ayuno con diferentes recetas vegetarianas coloridas servidas encima de la injera para comer en estilo comunitario. La injera es un panqueque popular considerado el pan nacional, que es delgado, plano y esponjoso. La injera es hecha a base teff, un cereal endémico que sólo cosecha y consume en Etiopía, más nutritivo en hierro y calcio que el trigo. Terminar nuestra comida con un delicioso té o café fue siempre una ganancia, incluso Sal que no toma café estaba encantado. La planta de café también es endémica de Etiopía y crece de forma silvestre en el bosque. El consumo de café es una ceremonia y una tradición muy especial que disfrutamos en todo el territorio.
Durante nuestros días en Lalibela, tomamos una clase de cocina de 2 horas en un restaurante familiar que ha estado en funcionamiento por 16 años, la propietaria Sisco, es una madre trabajadora cuyo objetivo es darle acceso a la educación superior a sus 5 hijos. En su cocina tradicional de leña, sus hijas adolescentes Tihitina y Tigisit nos enseñaron el arte de hacer injera y los platillos vegetarianos para el bayenet. La clase fue muy divertida, no podíamos dejar de reírnos de nuestra propia dificultad para hacer injera y pronunciar los nombres de las recetas en amárico, la lengua nacional. Tihitina y Tigisit hablan muy bien inglés y nos enseñaron paso a paso las diferentes etapas de hacer injera: desde la fermentación de 3 días del teff hasta darnos la oportunidad y la técnica para verter la mezcla sobre la cacerola de barro. Aprendimos que las recetas para los diferentes platillos para el ayuno se hacen principalmente con cebolla, remolacha, papas, repollo, ajo, garbanzos, zanahorias, espinacas, sal, cúrcuma, aceite vegetal, agua y por supuesto berbere, una mezcla de especies secadas al sol que es la insignia de la cocina en Etiopia. Al final de la clase nos comimos nuestra creación, el bayenet más abundante y delicioso que tuvimos durante toda nuestra estancia en el país. Tigisit se vistió con ropa tradicional e intento enseñarnos algunos de los movimientos de hombros del azmari, su danza tradicional. Ella también realizó para nosotros la ceremonia del café, que es un proceso especial y detallado en que se limpia, tuesta, muele, hierve, sirve y bebe el café mientras se disfruta de los delicados aromas del incienso.
En Lalibela, también visitamos sus antiguas iglesias ortodoxas talladas en roca. Este grupo de iglesias, que datan de los siglos XII y XIII, no son sólo un patrimonio de la humanidad, sino una verdadera maravilla del mundo. Nuevamente nos quedamos cautivados por el poder que las creencias tienen sobre el comportamiento humano, ya que promueven la creación de estas magnificas estructuras. La Iglesia de Saint Giyorgis con su silueta única como una cruz levantándose por entre la tierra fue nuestra preferida. Aunque no somos religiosos, no podríamos negar la sensación sublime de este lugar sagrado. En Lalibela y en muchas otras ciudades de Etiopía, fuimos testigos de las congregaciones masivas de los creyentes que visten de blanco para asistir a los templos ortodoxos. En Etiopía, la llegada del cristianismo se remonta al siglo IV DC. Los Cristianos Ortodoxos creen en la divinidad plena y la verdadera humanidad de Jesucristo. Los ángeles y los santos son venerados, ya que se cree que Dios los envía para salvar a los fieles del mal y para ayudarles en los momentos de aflicción. La Santísima Virgen María es honrada por encima de todos los santos. El creyente tiene el deber de seguir un calendario de ayuno, todos los miércoles y viernes son días de ayuno, excepto durante el período de 50 días después de la Cuaresma. Un período de 55 días de ayuno se lleva a cabo antes de la Pascua y la disciplina con la que se sigue es simplemente increíble. El número total de días de ayuno es de unos 250 al año, de los cuales 180 son obligatorios para todas las personas. El ayuno implica generalmente una comida al día con una total abstención a la carne, grasas, huevos y leche. Además, se espera que los creyentes se sometan a un riguroso programa de oración y penitencia. Tuvimos la suerte de estar en el país durante la celebración de la Pascua. El sentimiento festivo de este día se expresó de manera generalizada entre personas de todas las edades, que se vistieron para la ocasión y se reunieron con sus familiares para comer carne en la conmemoración de la resurrección de Jesús. Si la comida de Etiopía durante el ayuno era buena, la carne sólo la hizo mejor, degustamos el cielo 🙂
El alfabeto de Etiopía, sistema horario y calendario también son únicos. Nuestra visita a esta nación fue, literalmente, un viaje en el tiempo, pues ellos estaban en el año 2006 y no 2014. El país se enorgullece de tener “13 meses de sol,” 12 meses de 30 días y el último mes de sólo 6 días. El conteo del tiempo comienza con la salida del sol, las 6 am hora internacional equivale las 0:00 en la hora de Etiopía. El día se cuenta desde las 0:00 hasta las 12:00, a través de las 12 horas de la luz solar y la noche de las 12:00 a las 24:00. Fuimos confundidos con frecuencia por los relojes en Etiopía, tener certeza de la hora exacta en que debíamos estar en un lugar exigía muchas calculaciones. Admiramos la forma en la que Etiopía ha sido capaz de preservar sus propios sistemas: lenguaje, calendario y tiempo. Los etíopes continúan viviendo la vida en sus propios términos, sin ceder a influencias externas.
En Addis Ababa y Gonder, fuimos a bet de azmari por la noche. Un bet de azmari es un bar donde se toca música y bailes tradicionales. Estos lugares están decorados con adornos tradicionales y se sirve tej, el vino de miel único de Etiopía, servidos en vasos con forma elegante. Nos encantó la euforia de estas noches, los movimientos de hombros y cabeza de los bailarines son increíbles. Aunque las letras de sus canciones eran incomprensibles para nosotros, el ritmo de los instrumentos y voces profundas de los cantantes nos conmovieron. De esas noches, sólo lamentamos no tomar vídeos o imágenes de esta celebración única, pero aquí les compartimos una muestra de los bailes que encontramos en el internet para que puedan verlos. El disfrute de los locales era cautivador, independientemente de su edad, todo el mundo vibraba con el azmari. La fuerza de la cultura etíope está sembrada en las nuevas generaciones, que bailan y cantan con orgullo.
Nos fuimos de Etiopía invadidos por la nostalgia pues extrañaríamos su culinaria y cultura más allá de lo que puedan decir nuestras palabras. Aunque la globalización está empujando al mundo entero a asimilarse y cambiar, la realidad en Etiopía se convirtió en nuestro consuelo. Esta nación es uno de esos países donde la tradición está ganando la batalla. Y aunque con el tiempo el cambio parece inevitable, con el mismo orgullo con el que esta nación africana desafió a el colonialismo y se mantuvo independiente, su pueblo continua luchando por vivir a su manera.