Malawi

¡Malawi tiene un océano!

No sabíamos que existía un país llamado Malawi hasta que empezamos a planificar nuestro viaje a África. Tan pronto como vimos una fotografía de esta nación, supimos que teníamos que llegar allí. Si te fijas bien en un mapa, puedes encontrar este pequeño país en el centro sur del continente. ¡Malawi no tiene costa, pero en su lugar tiene un lago enorme y precioso que se siente como el mar Caribe! La playa, las olas, los peces de colores y la inmensidad de sus aguas azules que se extienden hasta el final del horizonte te harán creer que estás allí.

Entre el 5 y el 25 de enero de 2014, viajamos a lo largo de las orillas del lago Malawi. Viajando por tierra nos dirigimos a Cabo Maclear y Bahía Mico en el sur. En ferry, llegamos a la isla Likoma y Bahia Nkhata sobre el este y el oeste del lago, respectivamente. Cabo Maclear es un lugar fantástico para disfrutar del lago y la comunidad que vive a sus orillas. Una caminata por la playa es una oportunidad para ver la felicidad de los niños que juegan en el agua mientras sus madres lavan la ropa y utensilios de cocina.

Niños jugando en el agua

Bao

Pasamos nuestros días acampando, aprendiendo bao, un juego local, y haciendo degustaciones gastronómicas entre los diferentes restaurantes pequeños alrededor de la aldea. Nos encantaron sus platillos recién hechos: pescado kampango, frijoles y nsima (harina de maíz cocida). Cabo Maclear ofrece múltiples opciones de alojamiento y alimentación, con los precios más asequibles en comparación con otros lugares que visitamos alrededor del lago. Cabo Maclear tiene también un Parque Nacional con colinas para caminar y mucha vida bajo sus aguas por descubrir.

Completamos nuestra primera inmersión en agua dulce en la isla Thumbi, que está en el medio de la bahía de Cabo Maclear. Esta ha sido la inmersión más tranquila y relajante que hemos hecho: 50 minutos de paz, nadando a 12 metros de profundidad y sin corriente entre los peces coloridos, nativos y únicos del lago Malawi. Por la noche, las espectaculares puestas de sol en la playa y el sonido de las olas en el fondo eran la mejor manera para apreciar el final de otro día maravilloso en el lago.

Buceando

Desde Cabo Maclear viajamos en matola, una camioneta destapada, transportando varias personas y equipaje hasta Bahía Mico. Aquí descansamos en hamacas junto al lago e hicimos los arreglos necesarios para llegar a nuestro próximo destino. Viajamos desde Bahía Mico a la isla Likoma en la ruta semanal del Barco Ilala. Durante el viaje de 25 horas, el barco hizo paradas en distintos pueblos junto al lago, ofreciendo bonitas vistas de la costa sobre los territorios de Mozambique y Malawi.

Reservamos billetes de primera clase tal como lo recomendaba nuestra guía de viaje. Estos asientos estaban situados sobre una cubierta al aire libre con un techo parcial donde también se encontraba el bar, era una ubicación esplendida durante el día, pero en la noche las condiciones en “primera clase” fueron el chiste de la experiencia porque sólo contábamos con el piso o las bancas de madera para dormir. Alquilamos una estera de paja delgada para acostarnos en el suelo. Nos cubrimos con nuestra ropa para resistir la brisa fresca y nos cambiamos de posición cada vez que el cuerpo se nos entumecía. No pasamos la mejor noche y nos despertamos temprano para regresar la estera, porque la persona que no la había alquilado se bajaba en la primera parada de la mañana sobre la frontera con Mozambique.

Barco Ilala
Pescadores y sus canoas

Cuando llegamos a la isla Likoma nos quedamos sorprendidos con su distintivo paisaje. Los arbustos pequeños eran realzados por Baobabs gigantes por toda la isla. Todas las casas locales estaban rodeadas por cultivos promisorios de maíz, yuca y árboles de mango lleno de dulces tentaciones amarillas. Al pasar por las pequeñas aldeas vimos mujeres llevando objetos pesados ​​sobre la cabeza sin perder el equilibrio. Disfrutamos acampando en una playa tranquila del lago durante la temporada baja de turismo. Sus aguas cristalinas fueron escenario perfecto para una lección de apnea y fotografía de principiantes bajo el agua. Cada noche, los pescadores locales trataban su suerte en sus canoas tradicionales. También completamos pocas horas de caminata hasta el punto más alto de la isla, que nos recompenso con una vista de la bahía donde estábamos disfrutando de nuestros días.

Baobab
Mujer con carga pesada

Dejamos Likoma Island en un día de lluvia y fuerte oleaje. El viaje que no debía de durar más de cuatro horas duró seis. En nuestro camino a Bahía Nkhata, el barco hizo una parada en la isla Chizumulu para hacer entrega del primer vehículo en el territorio. La recepción de este carro estuvo llena de curiosidad y celebraciones por parte de la gente local. Recordaremos por siempre la escena de los niños gritando y corriendo detrás del carro, mientras este se hacía camino a lo largo de la playa. Fuimos testigos de este momento histórico con sentimientos encontrados: un pedazo sagrado de tierra sobre el mundo puede estar progresando, pero después del 2014 ya no se escapará a los tentáculos del “desarrollo”. Vimos un reflejo de la humanidad en la ingenua y alegría con que la gente local le daba la bienvenida al primer carro en la isla. Al igual que ellos, desde hace décadas, hemos estado abrazando con una emoción incuestionable los avances de la tecnología, sin importar la manera en que estos continúan afectando nuestras vidas y el medio ambiente sin un futuro claro.

En Bahía Nkhata, tuvimos la oportunidad de involucrarnos con la comunidad de Malawi que vive cerca al lago. Nos alojamos en un albergue de mochileros y centro de apoyo con múltiples proyectos sociales para inspirar. Nos dieron una habitación doble con una vista espectacular al lago. Decidimos quedarnos más tiempo para participar en sus grupos y aprender de sus años de liderazgo. Si estas interesado en aprender más sobre esta experiencia, no debes perderte nuestro artículo. Durante nuestro tiempo en Bahía Nkhata, exploramos el centro de la ciudad y algunas de las hermosas playas a orillas del lago. En todos los sitios que visitamos, las sonrisas y la amabilidad de la gente de Malawi nos brindaron felicidad. ¡Los aguacates deliciosos en cosecha fueron un aperitivo perfecto para saborear y disfrutar!

Pocos días antes de dejar el lago Malawi, nos enteramos del existente interés de una compañía petrolera británica y el gobierno de Malawi para iniciar exploraciones de petróleo en el norte del lago. Esta noticia miedosa y perjudicial podría ser el fin del paraíso de Malawi y sus comunidades. Nuestro amor por estas hermosas aguas dulces “oceánicas” anhela que la batalla contra este interés multimillonario logre ser derrotada, para que este pedazo de cielo en la tierra pueda preservar su magia para siempre.

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