Etiopía

Harar, ciudad antigua de hienas

Harar es una de las ciudades más antiguas de Etiopía y un lugar fascinante para explorar. Llegamos a este Patrimonio de la Humanidad el 4 de abril de 2014 y disfrutamos de nuestra estancia, visitando diferentes museos, templos, mercados, tumbas, una casa tradicional y la experiencia surrealista de alimentar hienas en la noche, todo sucedió en algún lugar dentro de los 368 callejones bien exprimidos dentro de 1 km cuadrado (0,4 millas cuadradas) de esta ciudad amurallada.

Disfrutamos caminando y perdiéndonos por entre las calles torcidas de la ciudad de Harar. Las paredes curvas y coloridas de las casas tradicionales nos mantuvieron intrigados por el camino. Harar está colmada de historia, algunas evidencias sugieren que fue fundada por los inmigrantes árabes en el siglo X, otras fuentes aseguran que la fecha del primer asentamiento data de finales del siglo VII. Aunque el origen exacto de la ciudad es desconocido, la verdad es que esta ciudad es un cruce de caminos entre el comercio de África, India y el Medio Oriente y se convirtió en un lugar de poderosos comerciantes y dinastías. Harar se rindió ante el emperador Menelik en 1887 y se convirtió en parte de Etiopía. Más tarde, fue invadida por los italianos, pero a pesar de estos ataques ha sido capaz de mantener su propia identidad étnica, lengua y cultura hasta nuestros días. Dentro de las paredes de Harar, descubrimos un laberinto de callejuelas estrechas y tortuosas repletas de edificios históricos, incluyendo 82 mezquitas, 2.000 casas tradicionales, tumbas, una iglesia ortodoxa cristiana y una católica.

Calles de Harar
Mercado

Las casas tradicionales en Harar fueron construidas para contrarrestar las temperaturas exteriores, cuando hace calor fuera se siente fresco y viceversa dentro de la casa. El diseño interior y la decoración de estas casas está lleno de color, objetos y simbolismo. Pero lo que nos dejó sorprendidos fue la comunidad que vive en Harar: la asistencia masiva de los creyentes a sus templos, los mendigos de diferentes edades  pidiendo dinero en las calles, los mercados vivos, las mulas transportando cargas pesadas de madera, las mujeres con vestidos brillantes, las cabras caminando libremente por todas partes, los hombres mascando hojas de chat (plantas alcaloides) todo el día y los niños jugando y mirándonos con curiosidad, fue simplemente como si el tiempo nunca había pasado allí, ¡Harar es un museo viviente!

Casa
Mulas

Una de las experiencias que nos impactó más en Harar fue la alimentación de las hienas. Alimentar hienas es una práctica antigua que ha permitido a las personas y las hienas de Harar vivir en armonía durante siglos. Tradicionalmente, a las hienas se les daba una papilla grasosa para disuadirlas de atacar el ganado durante la sequía. Después de eso, la alimentación anual tomo lugar durante las celebraciones de Ashura, en el que las hienas son alimentadas como una premonición de la fortuna de la ciudad para el próximo año. En la década de 1950, el hombre de las hienas de Harar comenzó a alimentarlas con piel de camello y carne de res para adquirir buena suerte. Se dio cuenta de que era una manera de hacer dinero como atracción turística y desde entonces el espectáculo ha seguido teniendo lugar cada noche.

Papilla

El 5 de abril de 2014, caminamos por las calles oscuras de Harar, siguiendo un guía local hasta el sitio donde alimentan las hienas, con la simple intención de observar y tomar algunas fotos. Desde que fuimos atacados por un mico babuino y un perro en Zambia, hemos estado hiper vigilantes y vacilantes de tomar ningún riesgo con animales. Pero cuanto más tiempo veíamos a las hienas ser alimentadas, más tentados nos sentíamos de jugar un papel activo en este espectáculo. Las hienas estaban literalmente comiendo de la mano y la boca del hombre, con sólo un palito como intermediario. Decidimos arrodillarnos al lado del hombre hiena y confiar en el segundo depredador del África. Una hiena hambrienta estaba de pie justo en frente de nuestro rostro y otras seis nos rodeaban. Estábamos tan vulnerables como alguien puede ser, era imposible no congelarse pensando lo peor y preguntarse: “¿Por qué estoy haciendo esto?” Entonces, el hombre hiena nos dio el palito y nos instruyó a sostenerlo en la boca. Luego, rodeo la punta del palo con un pedazo de carne y la hiena se lo comió suavemente. ¡La hiena estaba tan cerca como uno jamás desearía, pero por suerte prefería la carne de res! Alimentar a las hienas fue una experiencia loca, inolvidable, de adrenalina pura. Incluso después de los hechos, no podíamos dejar de cuestionarnos si realmente había ocurrido. ¿Podría este encuentro surrealista con las hienas ser la catarsis necesaria para nuestras fobias animales? No creemos… ¡Pero dale un vistazo a nuestros videos, puede ser que tú también te animes a tener hienas comiendo de tu boca! 😉

Gisela alimentando a las hienas

Sal alimentando a las hienas

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