Sudán

La gente de Sudán

Sudán no era parte de nuestro itinerario original y al igual que todos los demás países que hemos añadido en el camino, fue una sorpresa increíble y una recompensa para nuestro viaje. Cuando estábamos planeando nuestro viaje por el mundo, estábamos renuentes a visitar Sudán por cuestiones de seguridad e inestabilidad política. Consideramos la posibilidad de visitar Sudán después de que tuvimos la suerte de conocer por primera vez a un sudanés mientras viajábamos por la India. Nuestro encuentro con Mohammed fue breve e inolvidable. Compartimos un rickshaw en Mumbai durante un corto trayecto hasta la estación de tren y este viaje fue suficiente para hacernos amigos. En el rickshaw, intercambiamos nuestros nombres y nacionalidades. Mohammed nos habló de sus estudios de maestría en la India y nosotros le contamos sobre nuestro loco viaje por el mundo. Él estaba emocionado con nuestro encuentro y nos animó a visitar Sudán, explicándonos que su país es seguro y digno de ver. Le preguntamos si la situación del país era lo bastante segura como para viajar por tierra y el insistió que lo era. Por primera vez, la idea de ir a Sudán era una posibilidad. Intercambiamos correos electrónicos con la esperanza de mantenernos en contacto. Al final del paseo, Mohammed insistió en pagar el costo del rickshaw y se negó a recibir nuestro dinero. Nos quedamos sorprendidos y profundamente conmovidos por su gesto. Aunque nos acabábamos de conocer, él nos trató con gran amabilidad y generosidad. Sentimos que Mohammed era un ser como ningún otro y conocerlo nos inspiró a visitar su país. Gracias a él fuimos a Sudán y descubrimos que su bondad es una filosofía nacional y una parte muy especial de su espíritu. La gente de Sudan es tan generosa y acogedora como Mohammed fue con nosotros desde el primer momento 🙂

Desde que llegamos a Sudán, seguimos corriendo con la misma suerte de nuestro primer encuentro con Mohammed en Mumbai. En muchos sentidos, los sudaneses fueron SIEMPRE maravillosos y amables con nosotros. La hospitalidad sudanesa supera todas las expectativas individualistas occidentales y normas de cortesía. Nadie podría creer que este tipo de bondad infinita es real y posible hasta que visita Sudán. Tenemos muchos recuerdos hermosos de nuestros días allí, pero sólo para ayudarles a hacerse una idea de lo increíble que es la gente de Sudan vamos a describirles algunas de las interacciones: Los funcionarios de inmigración, nos dijeron “Bienvenidos a Sudán” con una enorme sonrisa mientras revisaban nuestros pasaportes; un pasajero que viajaba en el mismo autobús nos compró botellas de agua fría en el camino a Jartum; el dueño de un restaurante, nos saludó colocando un pescado extra en nuestra mesa como regalo, mientras almorzábamos; empleados del gobierno en la oficina de turismo nos invitaron a tomar el té después de completar nuestro permiso fotográfico; una mujer que viajaba en el mismo autobús pagó por nuestro boleto sin que nos diéramos cuenta, no la conocíamos y nunca la volvimos a ver; personas de todas las edades constantemente nos ofrecieron su valiosa ayuda mientras tratábamos de encontrar nuestro camino a lo largo del país; un taxista nos explicó dónde podíamos tomar el autobús luego de que le explicamos que nuestro presupuesto no era suficiente para pagar por sus servicios. Y la lista de estos encuentros continua. Durante los 8 días en el país, ¡la magia de estas memorables interacciones humanas se repitió constantemente!

Sólo una cosa nos hizo sentir tristes en Sudán: la burocracia y el extremo control gubernamental. Primero tuvimos que obtener una visa, de $60 USD por persona, antes de llegar a la frontera, la cual obtuvimos en Nairobi, Kenia. Dentro de los primeros 3 días de llegada al país, los extranjeros deben completar un largo y costoso proceso de registro, en Jartum, que cuesta alrededor de $40 USD por persona. Los locales nos explicaron, que las razones detrás de este requerimiento y la dirección que toman los fondos son desconocidos. Por otra parte, todos los turistas deben solicitar un permiso fotográfico y aun teniéndolo la toma de fotografías es altamente restringida por el gobierno, no sólo para los turistas, pero también para los locales. Comprar boletos de barco de Wadi Halfa, Sudán a Asuán, Egipto fue una odisea. Tuvimos que esperar 5 horas y rogar en una ventanilla con muchas otras personas hasta que finalmente pudimos comprarlos, pero por supuesto también cobran un impuesto de salida. La oficina del barco es administrada con el mismo nivel de burocracia que controla todo el país. Fue frustrante tener que lidiar con el sistema en Sudán, pues tuvimos que pasar muchas horas de nuestro tiempo cumpliendo procedimientos. Solo logramos imaginarnos la impotencia que deben sentir la gente de Sudán en su propio país al tener que lidiar con tanta corrupción y control del gobierno día a día. Algunos sudaneses con quienes hablamos sobre este tema expresaron que se sienten como prisioneros en su propia tierra pues el gobierno también pone muchas restricciones para que puedan viajar al extranjero. Ellos sienten que no la libertad no existe en su país y anhelan un cambio. Admiramos a la gente de Sudan por su capacidad de ser amables y bondadosos con los demás a pesar de todos los retos y frustraciones que enfrentan. Y añoramos la aparición y desarrollo de líderes políticos que logren representar de mejor manera los intereses de esta increíble comunidad.

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