Lo mejor de Marruecos

Visitamos Chefchaouen, Fez, Marrakech, el desierto del Sáhara desde M’hamid, Rabat y Casablanca. En todos lados, los locales admiraban la barba de Sal y lo apodaron “Ali Baba”. Los funcionarios de inmigración marroquíes pensaron que él era árabe y le tomaron las huellas digitales para asegurar que su pasaporte estadounidense era real. Durante nuestro viaje en autobús a Chefchaouen nos sorprendió la vista de espectaculares picos nevados que en la distancia contrastaban con el paisaje árido. Chefchaouen es una hermosa ciudad de callejuelas retorcidas con casas de color blanco y azul claro. Esta antigua ciudad de arquitectura árabe está rodeada de montañas y bordeada por un río de aguas limpias. En Fez, disfrutamos de los callejones delgados y coloridos de la antigua medina disponibles sólo para peatones y burros. Cada sección de la medina de Fez se especializa en la fabricación y venta de diferentes productos que van desde el cuero, las cerámicas, lámparas, ropa, zapatos y mucho más. Las ciudades de Marrakech, Rabat y Casablanca nos impresionaron con su mezcla de modernidad y tradición. Estas son las ciudades donde la influencia occidental y la cultura oriental conviven. Ver un alto porcentaje de mujeres jóvenes sin cubrirse la cabeza en estas ciudades nos hizo pensar en los cambios generacionales en las sociedades musulmanas. Por la noche, la plaza principal de la medina de Marrakech está llena de acción y es un lugar donde uno se puedes pasar horas mirando diferentes actividades: los encantadores de serpientes, cuentacuentos, música, monos, juegos, puestos de comida, bebidas y postres son como un imán difícil de evitar. Experimentamos la vida nocturna en Casablanca, yendo a diferentes bares a disfrutar de música en vivo tradicional y occidental, mientras que nos bebíamos una cerveza o dos. Sin lugar a duda, el desierto del Sahara con sus dunas de arena, silencio pacífico y espectaculares noches estrelladas fue lo más destacado de nuestra visita en Marruecos.